Hace dos años, tal cual llegó la campaña de vacunación contra el sarampión, algunos padres españoles se negaron a inmunizar a sus hijos vacunándoles. Ante lo que marcaba el calendario de vacunas, los progenitores esgrimieron sus derechos como padres a evitar vacunar masivamente a sus hijos.
Algunos cálculos indican que en los primeros tres años de vida los niños han recibido más de 30 vacunas. Los padres conscienciados entienden que la salud de sus hijos es responsabilidad suya y no debería ser algo impuesto.
En casos como el mencionado, del sarampión, donde la enfermedad contra la que se pretende inmunizar está prácticamente erradicada, hay padres preocupados por la conveniencia de las vacunas. Los más escépticos sospechan de los intereses ocultos tras los calendarios de vacunas: las empresas farmacéuticas, por ejemplo, son señaladas habitualmente como cabezas pensantes de un sistema encaminada a enriquecerlas sin pensar en la salud de la sociedad.
En otro sentido se encuentran también las familias preocupadas ante la falta de información sobre cómo afecta la cantidad de vacunas que se les inyecta a los niños y prefiere optar por métodos más naturales, como la vida sana y la alimentación equilibrada. El argumento es que los microorganismos siempre van a existir y, a largo plazo, lo habitual es que se adapten a las vacunas y haga falta crear otras nuevas.
Páginas como Vacunación Libre se alinean con estas dos corrientes y defienden el derecho a optar sobre la vacunación, así como elegir alternativas como la homeopatía.